viernes, 11 de enero de 2008

Tu turno : La Hoja de Trabajo

Ahora sabes lo suficiente para tratar de realizar The Work. En primer lugar, escribe tus pensamientos en un papel. Todavía no ha llegado el momento de indagar con las cuatro preguntas; eso lo haremos más adelante. Escoge una persona o una situación y escribe sobre ella utilizando frases cortas y sencillas. Acuérdate de dirigir el dedo acusador hacia fuera. Puedes escribir a partir de tu situación actual o desde el punto de vista que tenías a los cinco o a los veinticinco años. Por favor, no escribas sobre ti todavía.

1. ¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te gustaba o

todavía no te gusta de esta persona?

(Recuerda: sé duro, infantil y mezquino.) No me gusta (estoy enfadado con, o triste o confundido

por) (nombre) porque ____________________________________________

2. ¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga?

Quiero que (nombre) __________________

3. ¿Qué es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir?

(Nombre) debería (no debería) ________

4. ¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz?

(Finge que es tu cumpleaños y que puedes pedir absolutamente todo lo que quieras. ¡Adelante!)

Necesito que (nombre) ________

5. ¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista.

(No seas racional ni amable.) (Nombre) es ____________

6. ¿Qué es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o situación?

No quiero nunca más o me niego a _______

Tu turno: la indagación

Una a una, somete cada afirmación de tu «Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo» a la prueba de las cuatro preguntas, y después invierte la afirmación con la que estés trabajando. (Si necesitas ayuda, puedes volver a consultar el ejemplo de Paul que he dado en este mismo capítulo.)

A lo largo de este proceso, explora la apertura a otras posibilidades que están más allá de lo que crees saber. Comprobarás que no hay nada más excitante que descubrir la mente desconocida.

Es como zambullirse en el agua. Continúa haciendo la pregunta y espera. Permite que sea la respuesta quien te encuentre. Yo lo llamo «el corazón que recibe a la mente»: la polaridad más benévola de la mente (el corazón) recibiendo a la polaridad que está confundida porque no ha sido investigada. Cuando la mente pregunte sinceramente, el corazón responderá. Quizás empieces a experimentar revelaciones sobre ti y tu mundo capaces de transformar tu vida entera, para siempre. Observa la primera afirmación que has escrito en el punto 1 de tu Hoja de Trabajo. Ahora, hazte las siguientes preguntas:

1. ¿Es eso verdad?

Para mí, la realidad es lo que es verdad. La verdad es cualquier cosa que está delante de ti, cualquier cosa que realmente está sucediendo. Te guste o no, ahora está lloviendo. «No debería estar lloviendo» es simplemente un pensamiento.

En realidad, el «debería» y el «no debería» no existen. Son sólo pensamientos que imponemos a la realidad. Sin los «debería» y «no debería», podemos ver la realidad tal como es, y esto nos hace libres para actuar de una manera efectiva, lúcida y sensata. Tómate el tiempo que necesites. The Work consiste en descubrir lo que es verdad en lo más profundo de tu interior. Ahora estás escuchando tus respuestas, no las de otras personas ni tampoco cualquier otra cosa que hayan podido enseñarte. Esto puede resultar muy perturbador, porque estás entrando en lo desconocido.

A medida que continúes sumergiéndote más profundamente, permite que la verdad que está en tu interior salga a la superficie a fin de responder a la pregunta. Sé amable mientras llevas a cabo tu indagación. Permite que la experiencia te embargue completamente.

2. ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?

Si la respuesta a la primera pregunta es sí, pregúntate: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». En muchos casos, la afirmación sólo parece ser verdad. Claro que lo parece. Tus conceptos se basan en una vida entera de creencias que no has investigado.

Tras despertarme a la realidad en el año 1986, en muchas ocasiones advertí que la gente, en las conversaciones, los medios de comunicación y los libros hacía afirmaciones como estas: «En el mundo no hay suficiente comprensión», «Hay demasiada violencia», «Deberíamos amarnos más los unos a los otros». Son historias que yo también solía creer. Parecían ser afirmaciones sensibles, amables y humanitarias pero cuando las escuchaba, advertía que creer en ellas me provocaba tensión y me impedía sentirme sosegada interiormente.

Por ejemplo, cuando escuchaba la historia: «La gente debería ser más afectuosa», surgían en mí las preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad? ¿Puedo realmente saber por mí misma, en mi interior, que la gente debería ser más afectuosa? Aun cuando el mundo entero me diga que así debería ser, ¿es realmente verdad?». Y para mi sorpresa, cuando escuché mi voz interior, vi que el mundo es lo que es, nada más y nada menos. En lo referente a la realidad, no hay ningún «debería ser». Sólo hay lo que es, de la manera que es y en este mismo momento. La verdad es anterior a cualquier historia. Y cualquier historia, antes de la investigación, nos impide ver lo que es verdad. Finalmente, podía indagar sobre cualquier historia potencialmente incómoda:

«¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». Y la respuesta, como la pregunta, constituía una experiencia: No. Permanecía aferrada a esa respuesta: solitaria, tranquila, libre. ¿Cómo no iba a ser la respuesta correcta? Toda la gente que conocía y todos los libros decían que la respuesta debería ser sí, pero yo llegué a comprender que la verdad no puede ser dictada por nadie, porque tiene una existencia propia. En presencia de ese no interior, comprendí que el mundo es siempre como debe ser, me opusiese a él o no. Y llegué a aceptar la realidad con todo mi corazón. Amo el mundo, sin condiciones.

Si tu respuesta continúa siendo sí, bien. Si piensas que tienes la absoluta certeza de que eso es verdad, lo adecuado es pasar a la tercera pregunta.

3. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?

Con esta pregunta empezamos a advertir la causa y el efecto interiores. Te das cuenta de que, cuando crees en el pensamiento, experimentas una sensación incómoda, una perturbación cuya intensidad puede variar desde un tenue malestar hasta el miedo o incluso el pánico. Después de que las cuatro preguntas me descubriesen, reparaba en pensamientos como: «La gente debería ser más afectuosa» y observaba que me provocaban un sentimiento de desasosiego. Me daba cuenta de que, antes del pensamiento, sentía paz. Mi mente estaba tranquila y serena. Así era yo sin mi historia. Entonces, en la quietud de la conciencia, empecé a observar los sentimientos que provenían de mi apego a ese pensamiento. Y en esa quietud pude ver que el resultado de creer en ese pensamiento era un sentimiento de desasosiego y tristeza. Cuando me pregunté: «¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento, cuando creo que la gente debería ser más afectuosa?», comprobé que no sólo experimentaba una sensación de incomodidad (esto era obvio), sino que también reaccionaba elaborando imágenes mentales. Para demostrarme que ese pensamiento era verdad, me iba volando un mundo que no existía Había reaccionado viviendo en un cuerpo lleno de tensión y viéndolo todo a través de unos ojos temerosos; era una sonámbula, alguien sumido en una pesadilla interminable. El remedio consistía sencillamente en investigarlo.

Adoro la tercera pregunta. Una vez que la respondes por ti mismo, una vez que comprendes la causa y el efecto de un pensamiento, todo el sufrimiento empieza a desenmarañarse.

4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?

Esta es una pregunta muy poderosa. Imagínate en presencia de la persona sobre la que has escrito cuando está haciendo lo que tú crees que no debería hacer. Ahora cierra los ojos durante uno o dos minutos, respira profundamente e imagina quién serías si no fueses capaz de tener ese pensamiento. ¿De qué manera cambiaría tu vida en la misma situación pero sin ese pensamiento? Mantén los ojos cerrados y observa a esa persona sin tu historia. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes con ella sin tu historia? ¿Cómo la prefieres: con o sin tu historia? ¿Qué resulta más amable? ¿Qué resulta más apacible? Para muchas personas, la vida sin sus historias es literalmente inimaginable. No tienen ninguna referencia. Por esa razón, una respuesta común a esta pregunta es: «No lo sé». Otras personas responden diciendo: «Sería libre», «Tendría paz» o «Sería una persona más afectuosa». Tú podrías decir: «Estaría lo bastante lúcido para comprender la situación y actuar con eficacia». Sin nuestras historias no sólo somos capaces de actuar con eficacia y sin miedo, sino que también nos convertimos en un amigo que sabe escuchar. Somos personas que viven felizmente su vida. La apreciación y la gratitud se han convertido para nosotros en algo tan natural como respirar. La felicidad es el estado natural de alguien que sabe que no hay nada que saber y que ya tiene todo lo que necesita aquí y ahora.

Haz la inversión

Con este propósito, escribe de nuevo tu afirmación. En primer lugar, escríbela como si la hubieses escrito sobre ti. Donde has puesto el nombre de la persona sobre la que estás hablando, pon el tuyo. En lugar de «él» o «ella», escribe «yo». Por ejemplo: «Paul debería ser amable conmigo» se convierte en: «Yo debería ser amable conmigo misma» y «Yo debería ser amable con Paul». Otro tipo de inversión es la de 180 grados. Con ella conseguimos el extremo opuesto: «Paul no debería ser amable conmigo». No debería serlo porque no lo es (en mi opinión). No es una cuestión de moralidad, sino que sencillamente es verdad. Quizá llegues a descubrir tres, cuatro o incluso más inversiones posibles para una sola afirmación. O tal vez sólo haya una que sea verdadera para ti.

Considera si la afirmación invertida es tan verdadera como (o incluso más verdadera que) la original. Por ejemplo, la inversión «Yo debería ser amable conmigo misma» parece tan verdadera como (o más verdadera que) la afirmación original, porque cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo, me enfado y me lleno de resentimiento, y de este modo, me provoco mucha tensión nerviosa. Esto no es ser amable con uno mismo. Si fuese amable conmigo misma, no tendría que estar esperando la amabilidad de los demás. «Yo debería ser amable con Paul»: esta inversión también es, al menos, tan verdadera como la afirmación original. Cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo y me enfado y me lleno de resentimiento, lo trato secamente, en especial en mi mente. Mejor empezar por mí misma y actuar como me gustaría que actuase Paul. En cuanto a «Paul no debería ser amable conmigo», eso es, con toda seguridad, más cierto que lo opuesto. No debería ser amable porque no lo es. Esa es la realidad. La inversión es una parte de The Work muy poderosa. Mientras pienses que la causa de tu problema está «ahí fuera» - mientras pienses que cualquier persona o cualquier cosa es la responsable de tu sufrimiento-, la situación es irremediable. Significa que te sitúas para siempre en el papel de víctima, que estás sufriendo en el paraíso. De modo que empieza a llevar la verdad a casa y a liberarte. La indagación combinada con la inversión es el camino más rápido para llegar a comprendernos a nosotros mismos.

La inversión para la afirmación del punto 6

Esta inversión Hoja de Trabajo es un poco distinta a las demás. Substituimos «No quiero... nunca más...» por «Estoy dispuesto a„.» y «Estoy deseoso de...». Por ejemplo, «No quiero discutir nunca más con Paul», al invertirse queda así: «Estoy dispuesta a discutir con Paul de nuevo» y «Estoy deseosa de discutir con Paul de nuevo».

El objeto de esta inversión es el de aceptar toda la vida. Decir y querer decir: «Estoy dispuesto a...» da lugar a la apertura, la creatividad y la flexibilidad. Cualquier resistencia que puedas haber sentido se suaviza y esto te permite iluminarte, en lugar de seguir aplicando desesperadamente la fuerza de voluntad, o la mera fuerza, para erradicar esa situación de tu vida. Decir y querer decir: «Estoy deseoso de... » es una manera de abrirte activamente a lo que la v ida despliega ante ti. Es bueno reconocer que los mismos sentimientos o la misma situación pueden suceder de nuevo, aunque sólo sea en tus pensamientos. Cuando comprendes que el sufrimiento y el malestar son la llamada para iniciar la indagación, probablemente empieces a esperar con ilusión los sentimientos molestos. Tal vez incluso los consideres amigos que vienen a enseñarte que todavía no has investigado el camino con la suficiente meticulosidad. Ya no es necesario esperar a que la gente o las situaciones cambien a fin de experimentar la paz y la armonía. The Work es la manera más directa de orquestar tu propia felicidad.

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